lunes, 15 de diciembre de 2014

Abrazos en Gran Vía

Esta vez no hablo en pasado, y si lo hago será para observar desde fuera de mí mi propia sonrisa cuando pienso en sus abrazos. El timbre de los coches no tiene sonido, cuando te cuenta sus hostorias, cuando te lee sus páginas como microcuentos. 
Sé leer cada letra suya, y digo sé porque antes no lo había hecho con nadie, ni tuve la necesidad hasta que llegó. 
Cuando te pones a caminar con el objetivo de llegar a un lugar el camino cansa, cuando sabes que vas a ninguna parte sólo puedes frenar ese cansancio con sus abrazos, con sus diferentes tipos de sonrisa y dejar que los pies te guién aunque tu cabeza sepa que vas a ningún lado. 
Porque sé que depender de alguien no es lo mejor, pero no sabés hasta que punto me gusta depender de ella, ni sabéis hasta que punto me maravilla su forma de quererme cada día. 

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